andando as crebas
"Las crebas me fascinan por ser duras y frágiles al mismo tiempo. Dignas frente a la adversidad de las olas y partícipes de un constante devenir. Son una huella viva transitando la belleza del mundo".















“Me interesa íntegramente la experiencia de recuperación de deshechos que en otro tiempo fueron arrojados al mar. Éste tras haber haber marcado su huella para con ello, intentar borrar nuestra basura, nos la devuelve impregnada de una sutileza que logra confrontar lo natural con lo artificial.
De este modo late reflejada una lucha entre lo manufacturado por el hombre y su inevitable y fatídico final, aquel que nos devuelve a la materia que somos, que nos transforma en polvo y arena, y que en su camino nos revela la belleza del universo y sus mundos. La belleza del desgaste de la arcilla, sin duda equiparable a la belleza de las arrugas en la expresión de un rostro envejecido.
Por ello, y con un cierto tono de nostalgia difícil de expresar con palabras, todos estos desperdicios me llevan a jugar a revivir piezas muertas mediante la construcción de una acumulación y montaje de residuos. Se aprecia la belleza en el desecho y se entiende la reutilización como un acto necesario.
Se asume lo erróneo como algo bello y se exaltan tanto la actitud lúdica como forma de conocimiento, como la mirada bruta, sin prejuicios del mundo infantil. Rescatar el olvido y celebrar la alegría de vivir.
*creba:
Objeto devuelto por el mar con algún tipo de valor.
*Andar ás crebas:
Actividad complementaria de la economía litoral, que consiste en recorrer la playa en busca de restos útiles que dejan los temporales o naufragios.
MAS sobre CREBAS
ORIGEN
En este apartado hablo de la primera parte del proceso que es el hecho de andar as crebas, sumado al encuentro fortuito del lugar del que proceden. También hago un énfasis en las sensaciones que me producen las crebas. Finalmente hablo de trabajos previos que me llevaron a reutilizar las crebas en relación al ámbito escultórico.
Hacemos arte para intentar exteriorizar aquello que no podemos plasmar por medio de las palabras. Lo mismo sucede con el olor, nuestro sentido más desarrollado y sin embargo el sentido mudo.
“El olor es el sentido mudo, el que no tiene palabras. A falta de vocabulario, nos quedamos con la lengua paralizada, en busca de palabras en un mar de placer y exaltación desarticulados” (1)
“... los lazos fisiológicos entre el olfato y los centros del lenguaje en el cerebro son patéticamente débiles. Pero olemos siempre, cada vez que respiramos”. ... “si nos tapamos la nariz y tratamos de dejar de oler nos morimos.” (2)
“No sucede lo mismo con los lazos entre el olfato y el centro de la memoria, un camino que puede llevarnos muy lejos en el tiempo y la distancia”. (3)
Quizás éste fue el motivo de que eligiese esa playa. El mar es el ser más vivo de la tierra. Ocurrió por azar, mi padre me llevó hasta allí, a pocos metros estaba el faro, antigua residencia de mi abuelo... y entonces vimos las crebas. Personalmente no tengo raices. Jamás dibujé a la típica familia sentada alrededor de la mesa del salón de casa cuando era niña precisamente porque en mi infancia nunca tuvimos una residencia fija durante más de tres años como muchísimo. Siempre dibujaba a mi familia al lado del mar porque era lo más asociable a algo estable que nunca cambiaba. El olor a mar para mí era lo natural. Éramos gente de costa y el mar se convirtió en el lugar mas cotidiano. La cotidianidad está en cualquier parte dependiendo de un recuerdo o un olor. El hogar no es un lugar en sí, sino una reminiscencia que subyace en un momento concreto y que puede cambiar toda la perspectiva de un entorno.
No es que me encante hablar de mi persona pero por mucho que me esfuerzo no encuentro otra manera de explicar mi trabajo, que tenga un mínimo valor de autenticidad.
El hallazgo de las crebas fue emocionante, cotidiano y nuevo al mismo tiempo. Dio lugar a una nueva imaginaria en cuanto a la huella. Había piezas de todo tipo, todas eran únicas e irrepetibles. Su singularidad y resistencia ante la adversidad de las olas me atraparon. El tiempo y el desgaste pasaban por estas crebas pero la verdad es que aquello les sentaba muy bien.
“(...)una fuerza particular, algo que se convierte en un auténtico objeto de fé, más alla de toda racionalidad, de todo principio de realidad o de todo estetismo. (...) oscilando entre la reliquia y el fetiche llevando la revelación hasta el milagro” (4)
Las crebas funcionaban como reliquia insólita. Las iba archivando y ordenando en cajitas con extrema minuciosidad y de hecho pasaron varios años por medio entre el hallazgo y el momento en que surgió el impulso de trabajar con ellas.
Con el tiempo este impulso primario de la elección de la creba pasó a ser en parte un acto de resistencia. La creba es aquello de orígen no natural (manufacturado por el hombre) que el mar nos devuelve modificado por su impasible fuerza escultórica. (de aquí la necesidad de que las piezas sean esculturas).
La creba no es basura, también aparece basura e incluso restos biológicos, osamenta y fluor solidificado etc.
Casi siempre es difícil diferenciar una materia de otra pero las distintas combinaciones entre materia y material crean resultados visuales y formales a mi parecer muy interesantes. En un mundo consumista optar por el rescate del olvido que en un principio ha sido despojado de todo valor económico es un acto de resistencia. Entiendo el objeto olvidado como una posible prolongación del sujeto al que pudiese haber pertenecido. El objeto tiene mucho que contarnos sobre el sujeto y sobre nuestra historia.
“(...)Qué la dimensión estética, que siempre se ha tenido por la más extraña y alejada de la realidad, sea ahora la más concreta, es algo que sorprende a todo aquel que esté habituado a pensar que saber es poder, que actuar es poder; hoy sin embargo, más que en cualquier otra época, sentir es poder. Y es poder desde que se ha convertido en lo ya sentido”. (5)
(1),(2),(3) Diane Ackerman. Una historia natural
de los sentidos, pags 22 y 23.
(4) Philippe Dubois. El acto fotográfico, pág 75.
(5)Mario Perniola, Del Sentir, pág 35
BREVE HISTORIA DEL ENCLAVE
Y PROCEDENCIA DE ESTAS CREBAS
La zona en la que son recogidas las crebas y a la que en este texto denomino “origen” no es otra que la zona del litoral de cabo Silleiro, concretamente en un enclave próximo al faro viejo. El material rescatado o quizás pervertido de su destino natural es sorprendentemente muy variado y abundante. Esto lógicamente me llevó a preguntarme de donde pudo salir tanto material.
Lo más lógico es pensar que todo el material provenga de la decisión de los políticos de turno del último tercio del siglo XX de convertir aquello en el basurero municipal de Baiona. Es cierto que a posteriori fue cubierto de tierra y cesped. Sin embargo ese parche puntual no pudo subsanar el ya acontecido problema de que los contenidos de un basurero situado en primera línea de costa se hubiesen mezclado con el enfurecido mar.
Esto tiene sentido si nos referimos a pilas, cristales, botes y otro tipo de residuos. Sin embargo hay algo que no acaba de encajar del todo. El misterio de la abundante porcelana antigua. Dicha porcelana que escupe el mar es demasiada teniendo en cuenta que nunca hubo ninguna fábrica cerámica en las cercanías de Silleiro.
También cabe mencionar la existencia de la batería militar situada a unos escasos metros del faro nuevo. Es posible que el origen de los restos cerámicos hayan sido en parte arrojados por miembros de la milicia tras la desarticulación de dichas instalaciones.
Como curiosidad decir que el destacamento de artilleria militar que ocupó el faro viejo de Silleiro tras haber estallado la guerra civil fue el responsable de la clausura de dicho faro y la posterior construcción del faro nuevo. Hacían fuego en el faro viejo para calentarse y guardaban allí el ganado. LLegado un momento el habitáculo estába tan deteriorado que con una sola ola en dia de temporal se vino abajo sobre si mismo y porsupuesto la sirena quedo inservible. (1)
En cuanto al tema de los naufragios en el entorno de cabo Silleiro decir que es estremecedor. En el estudio titulado “los faros de cabo Silleiro” escrito por Fernando Javier Costas Goberna y Manuel Espósito Álvarez y subvencionado por el instituto de estudios vigueses de la fundación provigo, se recogen una serie de trágicos documentos judiciales en los que se pide al ingeniero técnico del faro que demuestre el correcto funcionamiento del mismo tales días y a tales horas. El destino de la inmensa mayoría de tripulantes a bordo de los múltiples naufragios acontecidos fue la muerte. Probablemente aunque es muy hipotético parte de la porcelana proceda de estos naufragios.
De hecho en el artículo titulado “La cerámica de los siglos XVI-XVII del área flamenca y de la picardía documentada en el fondeadero de Baiona (Pontevedra). Un avance en el estudio para su catalogación”, escrito por Miguel San Claudio Santa Cruz Raúl González Gallero se recoge lo siguiente;
“El período que corresponde con estas producciones relaciona a Baiona como puerto de escala de los buques comerciales y convoyes militares que durante los siglos XVI y XVII iban y venían de los territorios flamencos y colindantes, que en esta época pertenecían a la corona española.
Los trabajos arqueológicos realizados en el puerto de Baiona los últimos años han puesto de manifiesto toda una serie de materiales de vidrio, de cerámica, etc. procedentes del Mediterráneo, del norte y el centro de Europa y de Oriente que muestran el dinamismo de una ciudad abierta al mundo. El estudio de estos materiales nos va a ayudar a comprender parte de los episodios de la historia de la villa en particular, de Galicia y el territorio español y de la navegación por el Atlántico en general.
Hasta hace muy poco, en nuestro país, los materiales de época moderna y contemporánea no se consideraban, objetos de estudio en la actividad arqueológica, siendo en la mayoría de los casos desechados en las terreras de las excavaciones. De ahí la poca información y publicaciones existentes de esta época en la bibliografía española”.
Y bien tiene sentido que las piezas provengan del comercio y navegacion portuaria de baiona como enclave en los siglos XVI y XVII. Desde luego tiene bastante más sentido que el hecho de que procedan del basurero.
Otro dato estremecedor es el hallazgo en Baiona de piezas cerámicas aún más antiguas de las cuales muestro imágenes a continuación. Piezas postmedievales y vikingas entre otras.
Las crebas que provienen del basurero són más sencillas de clasificar . Se encuentran piezas de porcelana del siglo pasado. Las firmas mas recurrentes son Johnson Bros, China Vigo, San Claudio, Pontesa etc...
Estas teselas coinciden con las encontradas en el enclave da praia dos cristais en Laxe situada bajo el cementerio de Laxe támbien sobre el antiguo basurero de dicha zona.
Entre tanto se va dando paulatinamente la gestión de la temática del proyecto. Normalmente la temática surge de las sensaciones vividas en el lugar de origen durante la recogida. El lugar es dramático por su desolación y por las duras condiciones medioambiantales que poseé. El hecho de que estemos hablando de restos que pertenecieron a personas hoy en día muertas lleva a pensar en la creba como huellas dejadas por estas personas que pueden hablarnos o al menos sugerirnos como vivían. En cierto modo la playa es un cementerio y mis piezas proponen la visibilización la reconstrucción onírica e incluso de una forma tremendamente subconsciente el deseo de resucitar a los muertos y concederles la vida eterna. De hecho pienso que la figuración de la obra es producto de un fuerte e incontrolable miedo a la muerte y quizás la realización de la obra es un modo de poder mirar de frente a este miedo para poder enfrentarnos a él.
De esta temática sobre la morge parten figuras como salidas de una masa informe que pretenden cobrar vida.
“Solo esto explica el culto del que suelen ser objeto las fotos de familia y que convierte a estos álbumes en una especie de monumentos funerarios, de kolossoi, de momias del pasado”
“ (...)reavivar indisolublemente la memoria de los desaparecidos y la memoria de su desaparición” Pierre Bourdieu (en un art moyen. Essai sur les usages sociaux de la photografie. pág 54).
La temática se asemeja a la de las dramáticas pinturas de Julian Schnabel en las que a menudo y por cierto, también incluye lozas rotas con las que consiguió un efecto muy expresionista. El artista quien confiesa haber estado influenciado por Gaudí muestra una preocupación por el sexo y la muerte especialmente notable en sus pinturas dedicadas a Maria Callas.
La pieza de los dos dientes nace del encuentro en la playa de un auténtico premolar canino. Las formas de dicho diente me llamaron la atención y con el fin de poder estudiarlas y apreciarlas de la manera más precisa que sé, tuve que representarlas y más que representarlas tuve que fabricarme un propio simulacro de las mismas porque este me era más fácil de entender que el propio original. El original ya no me valía. Estaba muerto y yo tenía que darle vida a través de la imagen.
“Hace falta habérselo comido todo antes, haber nihilizado todas las criaturas a través del lenguaje y de la labor, para que el arte se vuelva imprescindible como único medio de devolver las cosas al lugar del que proceden , al recinto en el que las encontramos por primera vez y donde ya no podemos alcanzarlas . Representamos los objetos para que vuelvan a estar allí y la representación tiene por eso la fuerza de la revelación: no es el capricho de copiar o reproducir las cosas sino la necesidad de mirarlas. La segunda vez del mundo (en el cuadro o en el poema) es la primera de nuestros ojos. (...) Que una manzana sea una manzana es normal. Que no nos lo parezca, ocupados como estamos en comérnosla y nombrarla, también. (...) El problema surge, sin embargo, cuando las propias representaciones bajo el empuje del mercado, se convierten en comestibles. Esto es precisamente a lo que llamo imagen: una representación comestible. (1)
Finalmente fueron dos los simulacros del incisivo. Uno no era suficiente puesto que era demasiado ancho. El segundo resultó ser demasiado estrecho y alargado. La conclusión es que podía haber hecho mil y todos serían igual de extraños, tan extraños como el que encontré en la playa.
(1) En tiempo real. El arte mientras tiene lugar.
vv.aa. texto de Santiago Alba Rico pág 55.
LAS CREBAS EN GALICIA
En el entorno de la “costa da morte” existe la leyenda de que ciertos habitantes de las zonas costeras aguardaban los temporales para poner en práctica un curioso sistema de saqueo de barcos. Estos habitantes llevavan ganado a la playa durante los temporales. Ataban antorchas o bien candiles a los cuernos de la res y la ponían a andar por la playa. Este sistema de luces que emulaba a faros hipotéticos confundía a las embarcaciones, las cuales, naufragaban o simplemente se acercaban a la costa en donde eran saqueadas.
Ha habido intentos de demostrar la fidelidad de esta leyenda en galicia. La misma fue recogida en algunos estudios sobre naufragios en galicia. Entre estos estudios destaca el escrito por F.de Ramón y ballesteros “Fantasias y realidades de la costa de la muerte” en el que se afirma que ciertos naufragios como el del Adelaide fueron consecuencia de un encargo británico a naufragadores profesionales gallegos con los cuales repartirían el botín. Algo parecido se dice en el estudio de Cortizo, F.P. Historia da costa galega en el que se presume de que cierto capitan afirma en 1830 haber naufragado debido a la existencia de unas extrañas luces. En este mismo libro aparecen testimonios de ancianos que dicen recordar a esos chicos con bueyes y faroles. Sin embargo ciertas informaciones recopiladas por J.Baña Heim desmienten los supuestos hechos achacándolos a leyendas propias de Cornualles y de la bretaña francesa importadas a galicia.
El autor se basa entre otros asuntos, en que en medio de un temporal sería imposible poder ver la tenue luz de un candil a 100 metros de distancia y por otro lado en la ausencia de la aparición del asunto en prensa de la época. Sin embargo estos supuestos actos de piratería gallega si fueron plasmados en alguna ocasión por la prensa británica de la época problemente según defiende G. Allegue debido al interés de los británicos en extender situaciones ocurridas en sus costas por aquello que se dice de que un mal de muchos es consuelo de tontos.
Esta leyenda debe desvincularse de la típica costumbre extendida por todo el litoral europeo de aprovechar despojos de buques encallados o hundidos. Dicha costumbre dio lugar al denominado derecho de naufragio (”droit de bris”- en francés y “right of wreck” en inglés) mediante el cual el señor de un enclave costero eran libre de confiscar todos los despojos de un naufragio que le viniese en gana.
Mas tarde este llamado picio de los navios fue prohibido por los reyes católicos aunque la costumbre quedó arraigada en ciertas comunidades costeras. Entre ellas galicia de la que surgieron términos para denominar a las personas que practicaron o practican la costumbre de recoges despojos devueltos del mar. Los llamaron raqueiros o crebeiros. Es cierto que en relación a la figura del raqueiro se cuentan comportamientos inhumanos a la hora de procurarse el botín de un navío para con sus tripulantes sin embargo lo habitual es que el raqueiro o crebeiro fuese una persona habituada a recoger objetos arrojados a la playa que pudiesen ayudar a la entonces pobre economía de los pueblos gallegos. De todos modos debido a las leyendas de costa da morte los raqueiros o crebeiros cogieron mala fama. De hecho el término bichicoma empleado por nuestros abuelos en las baixas para designar a una persona aprovechada o ruin viene del término sajón “beahcombers” cuyo significado es el de alguien que rebusca en la playa.
El 23 de febrero de 2006 se publicó en la voz de galicia el siguiente artículo escrito por Juan Luis Martinez y titulado Andar as crebas:
“EN AQUELLOS tiempos en que la naturaleza nos regalaba sus dones, los temporales rendían cosechas. Recorrer la playa en busca de restos útiles era una actividad complementaria de la economía litoral, con nombre propio: andar ás crebas. En castellano derivado del sajón, ir al raque. Los crebeiros o raqueros conseguían llevarse para casa una buena viga, leña para el fuego, sogas para un apaño. Si había algún gran naufragio, el botín podía incluso venderse. La historia y la leyenda nos cuentan de peculiares rogativas para que, de haber alguna encalladura, «por favor, que sea aquí», y de crueles trucos para confundir a los pilotos en noches de tempestad.
Para más información, en Internet puede verse un precioso texto del poeta y escritor Fernández Naval, localizable con la misma frase que titula este comentario.
Los tiempos cambian y ahora ya no se nos ocurriría colgar faroles de los cuernos de las vacas para atraer barcos hasta nuestra costa. Además ya no tenemos vacas, y ni siquiera las vacas tienen los cuernos que tenían como para colgar faroles. Pero los naufragios siguen y su fruto evoluciona. Estos días, en la Costa da Morte, el maná ha sido tecnológico: impresoras láser, bolsos de rafia sintética de todo a un euro y patatas fritas en China, con sabor a manzana.”
CONTEXTALIZACIÓN HISTORICO-ARTÍSTICA
Y PEQUEÑAS REFLEXIONES
La obra bebe en parte del postminimalismo. Se establecen relaciones entre la obra y movimientos como el póvera, el land art y el nuevo realismo francés dentro del cual hago especial referencia a Niki de Saint Phalle e incluso se hacen referencias mediante imágenes tanto a artistas contemporáneos como a obras anteriores al siglo XX. También aparecen enfatizados tanto la defensa sensorial como la espontaneidad que reflejarón los artistas póvera. En menor grado incluyo datos puntuales de la escultura británica el neodadá, el antiforma y lo procesual. También se hacen juegos de imágenes por semejanza entre obras propias y ajenas. Para finalizar incluyo reflexiones propias acerca del proyecto y explico porqué el mismo no es un proyecto cerrado.
Existen ciertas similitudes entre mis piezas y entre el arte procesual de los años 60. Me refiero en esencia al Land art. Se asemejan en la necesidad de salir a la naturaleza para encontrarse con lo artístico. En mi caso el principal escultor es el mar. Mi obra quizás no sería posible sin estas salidas en las que las horas se tornan minutos. Esos son días en los que me siento como una indígena recolectando víveres necesarios para algo muy esencial que todavía no se lo que es. Quizás se deba a una necesidad primaria de trabajo, los momentos de recolección me hacen sentirme útil. Es más natural, existe algo que concuerda que surge sin querer y que no puede compararse a hacer unas compras en cualquier gran superficie lo cual es una nefasta forma de matar una necesidad de recolección. Hay algo que separaría por completo mi obra del land art y es lo siguiente. Tras la parte comunicativa y de introspección con el entorno mi obra se nutre en su mayor parte dentro del taller. Incluso mi archivo privado de crebas sacralizadas que no empleo por ahora se encuentra apartado de la mirada exterior del transeunte. En este sentido debo señalar la excepción de las obras realizadas por Richard Long para galería porque me identifican mucho mas que sus obras originales de exterior y sin embargo en su caso soy consciente de que la realización de las mismas debió de partir de la necesidad de comer ya que en comparación con sus monumentos pseudonaturales toman la apariencia de postales o souvenirs.
De todos modos mi obra aunque comparte ciertos cimientos con el land art en general no se asemeja para nada visualmente al mismo. En cuanto a lo técnico y visual es más cercano a los movimientos situacionistas de los 60 tales como el póvera, el neodadá o el nuevo realismo francés. Estos movimientos de posguerra que defienden la colectividad frente al artista solitario típico del informalismo; optan por materiales al alcance de cualquiera que han de ser activados como elemento para crear arte. Personalmente opino que aunque está bien sacar al artista de su estudio para que pueda ver más allá es importante que la obra de arte no pierda el aura en su totalidad. Creo que el arte debe de transmitir una emoción ya sea agradable o no, no me parece acertada la negación total del pathos ya que pienso que el ser humano ha de esforzarse por seguir sintiendo algo a pesar de que el sistema en que vivimos pretenda lo contrario. Para mí la negación de lo emotivo equivale a la aceptación de la muerte si se lleva a cabo de un modo normativo y sistematizado.
En este sentido me considero una persona romántica. Esto tal vez explicaría por qué me acerco tanto a lo póvera. Lo que más me interesa de este movimiento es la defensa sensorial que llevaron a cabo sus miembros y también el alto grado de espontaneidad que reflejan. Comparto la necesidad del contacto directo con los materiales.La preferencia por el reciclaje es más un impulso automático que premeditado el cual viene motivado de un cierto revulsivo hacia la cultura de consumo.
Tonny Cragg miembro destacado dentro de la escultura británica. Cuanto más sé de él más identificada me siento con él. Sus instalaciones con residuos, sus cuerpos deformados… y para colmo sus dientes. The Complete Omnivore (Lucy´s Teeth), 1990. Me parece muy interesante el exhaustivo estudio que hace Tony Cragg acerca de que materiales le valen o no partiendo incluso de la composición química de los mismos. También me llama la atención la forma que tiene el artista de ver el mundo. Para él un despojo es un elemento que se ha salvado del sistema ridiculizante y dictatorial al que en su momento estaba sometido. Lo que yo considero la muerte del objeto que en algún momento pudo hablar de nosostros para Tony supone la liberación del mismo. Supongo que la edad y el desencanto juegan un papel importante en estas cosas. Probablemente yo a su edad piense lo mismo.
Aunque espero que no tenga ya esa idea y sencillamente todavía no me haya dado cuenta. Problamente cierta estética del deterioro si que me satisface en el fondo. Esto explicaria las deformaciones y la fragmentación que sufren mis piezas.
En el libro de Marguerite Yourcenar “El tiempo, gran escultor”,
pág 69 Marguerite nos advierte de lo siguiente;
“…nuestros antepasados no podían soportar ver mutiladas aquellas obras de arte, ver aquellas marcas de violencia y de muerte en los dioses de piedra. Los grandes aficionados a las antigüedades restauraban por piedad. Por piedad deshacemos nosotros su obra. Puede que también nos hayamos acostumbrado más a las ruinas y a las heridas”. “Aceptamos con mayor fragilidad que esa belleza, separada de nosotros, alojada en los museos y ya no en nuestras moradas, sea una belleza marcada y muerta”.
La verdad es que las heridas en la obra para mí son esenciales. En mi caso yo no puedo soportar ver una creba tirada en la playa sin recogerla y mimarla. Tras mimarla la reutilizo, le doy una nueva vida una nueva función sin función y reconstruyo con ella la imagen de una herida. Esta mezcla de conceptos me parece singular pero en este caso es muy cierta.